domingo, 16 de julio de 2017

cortijos


Cortijo de La Rata



Empiezo un nuevo proyecto, dónde espero recabar interesante información y testimonios de personas mayores que les tocó vivir esta época y puedan aportar su historia en estos tiempos tan duros, de obligada autosuficiencia, de mucha hambre y apañarse con lo poquísimo que había.



Paseando por los actuales olivares me percato  que pueden ser tantas las historias que hay detrás de cada cortijo, de cada pared, de cada trozo de lo que queda en pié, de cada  muro de piedra......

Esto no se debe olvidar y si que debemos incluirlo cómo parte de nuestra historia. Supongo que en  cada cortijada, las familias cortijeras que lo componían tendrían sus peculiaridades,  sus  historias, aunque la manera de vivir fuera idéntica en casi todos los cortijos.

Una época pasada que ha llegado a su fin y si queremos que perdure algo, junto con los cada vez más numerosos escombros, serán solo los recuerdos que nos cuenten los pocos testigos que quedan y antaño los habitaron.


Cortijo DE Los Curas



Los cortijos  que voy fotografiando cercanos a Canena, aunque no estén dentro de su término, son los testigos mudos de unos tiempos pasados y en su día llenos de vida, ahora las ruinas surgen entre las olivas, su arquitectura popular ya casi derruida, es verdad que  hasta el paisaje ha cambiado bastante  ya que en otro tiempo abundaría mucho más las tierras calmas, tierras dedicadas al cereal, al garbanzo, al hortal.

Todo el año de duros trabajos muy  duras las tareas. Todas las labores repartidas . Se trabajaba mientras hubiera luz natural, de sol a sol y se madrugaba mucho en verano cómo se sigue haciendo ahora en el campo.


A  veces varias familias vivían en el mismo cortijo tenían habitaciones separadas pero compartían la  de la chimenea

Se paraba solamente para la comida del mediodía, alguien siempre se encargaban de llevarla junto con el agua y se comía sin alejarse mucho del tajo, sin buscar la sombra, si esta no se hallaba muy cerca.

Las faenas había que realizarlas a mano o ayudándose de yuntas de mulos y otras bestias de carga cómo mulos y burros. A veces se araba, se trillaba y se aventaba a la luz de la luna.

Todo el que fuera útil para hacer algo tenía que hacerlo. Niños o niñas de de no más de siete años eran ya empleados para tareas “propias de su edad”,guardando cerdos o pavos, recogiendo los sarmientos podados de las viñas o escardando el trigo con el escardillo, (especie de azada de mango muy largo). Aquello condenaba a muchos de aquellos niños a crecer analfabetos.


En cada cortijo había muchos animales domésticos. Aparte de las bestias de labor había vacas, cabras, ovejas, gallinas, pavos, cerdos. 



La alimentación era precaria y poco variada: Se desayunaba con migas de pan o de harina, el puchero de garbanzos con algo de tocino, (si lo había) a mediodía y los garbanzos sobrantes, mareados y machacados en un puré al que se añadía un chorreón de aceite y una cebolleta picada, (el actual Morococo), para la cena. Lo que si había era hambre. Siempre el mismo menú en cualquier estación del año. La fruta era un lujo desconocido, el que tuviera un lugar a modo de hortal podría cultivar en los pocos ratos libres algún tomate, algún melón o sandía o guindar algún racimo de uvas o un melocotón de la viña. La bebida, aparte del agua, era inexistente. Todo lo más un poco de vino peleón para el que pudiera costeárselo de su peonada

Cuando por lluvia no se podía trabajar en el campo los hombres se sentaban en el suelo (las sillas y mobiliario era un bien escaso),  repasaban los aparejos de los mulos (jáquimas, albardas, ,..), hacían pleita, con esparto, con el que se confeccionaban esteras, serones, barjas, y los más variados utensilios para la vida en el campo.
 

En esos años, para los jóvenes la llamada del ejército,la popular mili era una cierta liberación. Algo de “mundo” se veía. Eso permitía a muchos aprender a leer y a escribir y a saber que había otro mundo y  que emigrando a tal o cual lugar se podía mejorar el nivel de vida y escapar de esa esclavitud


El mulo o la burra, no solo servían para las labores de campo, era el medio de transporte, o para abastecer de agua con sus cantareras o serones, para ir a por el pan, al médico, ect…, en fin para cualquier transporte de personas o cosas.
 Las cabras daban la leche para tomarla o para hacer queso y sus chotos la carne o dinero con su venta. Los cerdos complementaban la dieta con sus grasas necesarias para el duro día en el campo. Las gallinas viejas  daban un buen caldo y las jóvenes huevos frescos. Los conejos completaban las proteínas y sus pellejos eran vendidos o cambiados por otros productos. Las trampas o “costillas” de caza proporcionaban los zorzales que servían para variar la mesa y el resto de alimentos vegetales se obtenían del campo que los rodeaba.



Alrededor de cada cortijada siempre las eras  de piedra, para trillar el cereal
La vivienda construida con yeso, barro y piedra, formada por paredones irregulares encalados, estaba separada de las cuadras, aunque no siempre, por lo que la vivienda podía ser objeto de tránsito de los mulos y asnos, colocándose unos esterillos de esparto para pasar a la cuadra y el gallinero, a veces se separaba de la vivienda por una simple puerta.
 Estaba formada por dos plantas, la del piso alto, dedicada a dormitorios y graneros, para salazón de tocino y jamones y la planta baja, para cocina-comedor y hacer vida diaria cuando no se estaba en las tareas del campo o cuando llovía, con su chimenea y despensa,  con una pequeña alacena para colocar conservas o los escasos utensilios de cocina, ello sino se disponía de mesa . No se disponía de más retrete que el campo libre o las propias cuadras.

El lavadero una tabla de madera o una piedra colocada al lado del pozo. El baño un cubo de agua calentada al sol o a calor de la chimenea. La luz la daban los candiles y la chimenea el calor, en el verano dormir al raso, era el aire acondicionado. Como utensilios se disponía de todo lo necesario, que era poco, una sartén grande así con un puchero, unos pocos  platos, una cuchara, una navaja y mucha, mucha hambre. Las camas los catres tenían como somier cuatro palos con agujeros donde pasaban unas sogas trenzadas que se enlazaban y encima se colocaba un colchón, relleno de paja, farfolla, y en el mejor de los casos, lana.



Espero esto sea un principio y pueda incluir muchas más fotos, datos, historias, relatos.. y  de paso valga este proyecto como homenaje a estas personas que les toco pasar esta vida tan dura.


Cortijo la Rata

Cortijo De Los Curas


Los Cortijillos

Pilarejo
cortijo de Barbas
Barbas emergido de las aguas del Giribaile

Cortijo De La Colonia








2 comentarios:

Unknown dijo...

Cómo has obtenido la información de la vida en los Cortijos?

ilorey dijo...

Desde la red, junto con testimonios de gente que ha vivido en ellos.