martes, 7 de junio de 2016

Cosecha propia, las fotos

No sé muy bien cuando datar el origen de mi afición a la fotografía, pero sé que vino de la mano de otro no menos importante interés en mi vida; la del torneado artesanal de la madera, cuyas singularidades, métodos, acabados y sensaciones traté de plasmar a golpe de obturador. Mis muchos intentos de obtener fotos decentes de las piezas acabadas y de las imágenes del proceso de creación me asomaron a este mundo en el que apenas me he iniciado con la esperanza de crecer tanto a nivel técnico como en creatividad.

Procuro sumergirme en muchos proyectos que me den ese empuje por mi afán en progresar aunque, a veces pienso que abarcar tanto, quizás no es lo ideal. Pero como dice el refrán; “Tirando piedras a la luna no conseguiré darle, pero seguro que aprendo a manejar la honda”.

Sí  es cierto que  me inclino espontáneamente por centrar en el  visor de mi cámara la naturaleza que me circunda. De pequeños todos hemos admirado con deleite la vida particular de toda esa pequeña fauna que nos rodeaba, persiguiendo saltamontes, observando los brillantes colores de las mariposas y el vuelo cambiante de las libélulas y abejorros.
Ahora de mayor, por mi trabajo y  mi entusiasmo por las caminatas campestres, mantengo esta sana curiosidad por el mundo animal y vegetal que me envuelve. Mi pasión me ha llevado a fotografiar estos detalles del entorno intentando mostrar un universo escondido que tenemos muy cerca; la mejor lección que me ha enseñado la fotografía es que, si aprendemos a mirar, podemos ver un sinfín de cosas que están ocurriendo a nuestro alrededor, y que tímidamente pasan desapercibidas.

Fotografiar seres vivos de mi entorno supone un mayor esfuerzo desde mi punto de vista; se pierden muchas jornadas en la que termino volviendo a casa de vacío y con cierto mal sabor de boca por no haber conseguido el objetivo marcado de obtener una instantánea genial y única.

Son días aciagos en los que me pregunto si realmente no es inútil el tiempo invertido en perseguir a un insecto hasta que su inmovilidad te permite apretar el disparador con alguna garantía, si los aguaceros, fríos y calores soportados son rentables. E incluso me llego a cuestionar si las ausencias reclamadas por familiares y amigos merecen la pena cuando, por un módico importe, podemos comprar unas magníficas fotografías a uno de los muchos bancos de imágenes que existen…sacadas y editadas por fotógrafos más expertos (o con más fortuna o suerte) que uno mismo.

Además, pienso que este mundo de la fotografía se está decantando más por el aspecto estético y técnico que por el documental que es el que realmente a mí me parece mucho más interesante. Es decir, toda la filosofía sobre el tratamiento de la luz, las composiciones y texturas me parecen apasionantes, pero en ocasiones pienso que perdemos un punto de vista del verdadero origen de la fotografía que simplemente no es otro que el de inmortalizar un momento mágico que nunca más se volverá a repetir.

Pero me sigo empecinando en obtener “mi cosecha propia” en esta cuestión, aunque no sean nada rentables ni lleguen a ser objeto de coleccionista…¡qué le vamos a hacer!. Pero la emoción del esfuerzo y lo aprendido al obtener una de estas imágenes colman con creces la satisfacción esperada.

mis ultimas fotos o cosecha ,,,, clicando sobre ellas se ven mejor















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